
Nació el 31 de octubre de 1950 en la ciudad iraquí de Bagdag, hija de un político fundador del Partido Nacional Democrático Iraquí. Fue criada entre Suiza e Irak por monjas francesas, en una época en que la sociedad iraquí era más liberal y parecida a Occidente, que la actual. Zaha se gradúo en matemáticas por la Universidad Americana de Beirut, en el Líbano, pero a muy temprana edad se sintió atraída por la arquitectura, una profesión en la que siendo mujer no podría desarrollarse jamás en el Medio Oriente. Así, en el año 1972 se mudó a Londres, donde estudiaría en la Architectural Association, una de las más prestigiosas del mundo.
De su vida personal se sabía muy poco, y la verdad es que al ver su extraordinario talento, esto se volvía irrelevante. No se casó y nunca tuvo hijos, pero como lo que parece ser una odiosa costumbre cuando se entrevista a una mujer exitosa, siempre se le cuestionó si debía a su carrera. Ella lo negó siempre, asegurando que su verdadera pasión en la vida era el diseño (en cualquiera de sus vertientes) y nada, ni nadie pudo jamás alejarla de esto. Parecía que en la actualidad, ser mujer y exitosa es todavía un pecado imperdonable, si no se combina con una vida de hogar y maternidad.

Zaha Hadid se olvidó de todo esto, se reveló contra los estereotipos y lo que se espera de una mujer musulmana; encajando a la perfección en un mundo donde la libertad imaginativa era la base. Muy temprano desarrolló un estilo propio, y bajo la tutoría de Rem Koolhaus, uno de los hombres más influyentes de la arquitectura actual, dio rienda suelta a su talento. Sus edificios parecían inconstruibles y desde cualquier ángulo que se observen parecen desafiar la geometría.

Hadid, participó en gran cantidad de concursos, en los que siempre destacaba por su talento. Aseguraba una y otra vez, que los concursos eran una especie de “laboratorio” donde se permitía experimentar y jugar con las composiciones y las formas; y aunque muchas de sus obras no llegaron a construirse, la hicieron merecedora de los más grandes reconocimientos en el mundo; entre ellos el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea Premio Mies van der Rohe (2003), el Premio Pritzker (2004) y la Royal Gold Medal (2016). Vale destacar que no sólo es la primera mujer en ser galardona con estos prestigiosos premios, sino que es la única en haberlo hecho.

diferentes y presentar sus controversiales diseños también en el mundo de la moda. En septiembre de 2011, diseñó la pasarela y escenografía para el desfile de Chanel en la Semana de la Moda de París; y posteriormente, en 2012 creó un mundo submarino para el lanzamiento de la colección Primavera Verano 2012 de la misma marca, por solicitud de su director creativo Karl Largerfeld. Adicionalmente, diseñó muebles y escenarios teatrales, así como sus impresionantes obras arquitectónicas que van desde museos, bibliotecas, oficinas, hasta estaciones de ferrocarriles, tranvías y puentes.

Con su arquitectura convirtió lo onírico en realidad, su obra era pura imaginación, mera libertad expresiva; y sus formas revolucionan el campo del diseño y sacan del letargo a todos los convencionalismos. Su meta era romper todos los cánones establecidos de la arquitectura, y lo logró. Sus formas eran dinámicas y tenía una manera única que abordar cada uno de los problemas y situaciones que se le planteaban; cada uno de sus trabajos era más audaz que el anterior. Su originalidad parecía no tener fin. No es de extrañar que varias veces en vida, expresara su admiración por el también ganador del Premio Pritzker, el brasileño Oscar Niemeyer.
Su modo de diseñar plantea nuevas normas de racionalidad. Toma a la intuición como método de diseño y a la vez exige de la ingeniería más razón y nuevos métodos estructurales que se adapten a las necesidades de su arquitectura casi sin límites. En su imaginario no ingresan formas preestablecidas; se permitió ampliar las posibilidades formales y estructurales de la arquitectura y con esto redefinió el concepto de fluidez espacial. Al final de su vida, logró convertir sus fantásticos dibujos, en edificios radicales y piezas icónicas en ciudades alrededor de todo el mundo.

Ese ambicionado primer proyecto sucedió en 1993, cuando un empresario alemán, Rolf Fehlbaum, le encargó construir una estación de bomberos en Weil am Rehim, Alemania. Desde ese momento, Zaha fue imparable.
Algunas de sus obras más reconocidas son el diseño del Bar Moonsoon de Sapporo, en Japón y el Centro de Arte Contemporáneo Rosenthal de Cincinnati, en Ohio, Estados Unidos (en el año 2000, siendo el primer museo estadounidense diseñado por una mujer), Mind Zone de Greenwich, en Londres; la terminal ferroviaria Hoenheim-North Terminus en Estrasburgo, Francia; la sede central de BMW en Leipzig, Alemania; el Maxxi: Museo de las artes del siglo XXI, en Roma; la Casa de la Ópera de Guangzhou, China, la Sala de Conciertos J.S. Bach, en Machester y la plataforma de saltos de esquí Bergisel de Innsbruck, en Austria, solo por nombrar unos cuantos.
Su vida llegó a un inesperado final el 31 de marzo de 2016, cuando falleció a la edad de 65 años producto de un ataque cardiaco en un hospital de Miami, Florida, donde estaba siendo tratada por una bronquitis. Tenía en ese momento 36 proyectos en diferentes partes del mundo, de ellos, al menos 4 finalizarán su construcción durante este año, los terminales marítimos de Salermo, en Italia y Aberes, Bélgica; el Centro de Investigación y Estudios petroleros Rey Abdullah en Riad, Arabia Saudita y la Galería de matemáticas en el Museo de la Ciencia de Londres.
Esta pequeña reseña, busca brindarle un pequeño homenaje a esa gran mujer que dejó en la arquitectura su legado para la posteridad; y que aseguraba que uno de los principales problemas de los arquitectos actualmente, es no comprender el espacio realmente, por esa desmedida obsesión por el modelado 3D.
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